La Escarapela fue el primero de los símbolos patrios en nacer y marcó un camino. Tras su aprobación, Manuel Belgrano diseñó una bandera con los mismos colores que luego la izó por primera vez a orillas del Río Paraná, en Rosario, en 1812. El escudo y el himno, los otros dos símbolos de nuestro país, aparecieron un año después.
En 1812, con el propósito de distinguirse del ejército invasor realista, Manuel Belgrano instauró el uso de la escarapela para todas las tropas del ejército revolucionario.
Una semana más tarde, el 27 de febrero de 1812, Manuel Belgrano le informó al triunvirato que “siendo preciso enarbolar la bandera, y no teniéndola, la mandé hacer celeste y blanca, conforme a los colores de la escarapela nacional” que había creado él mismo días antes.
El uso de escarapela se hizo costumbre como distintivo entre los ejércitos de España durante el 1700, y las formas de las escarapelas variaban en lazos o moños, hasta que se estableció forma actual llamada la roseta o cucarda.
Las escarapelas eran también una forma de distinguir bandos políticos. Por eso, en las jornadas revolucionarias de mayo de 1810, Domingo French y Antonio Luis Beruti repartieron escarapelas. Aunque no blancas y celestes como solemos imaginar.
En el año 1935, el Consejo Nacional de Educación instituyó el 18 de mayo como Día de la Escarapela. La conmemoración fue incorporada oficialmente al Calendario Escolar en 1951 junto con la obligatoriedad de realizar actos conmemorativos en todos los colegios primarios de la Argentina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario